Y siento decirlo así, me sale del alma. Porque vamos a ver, normalmente cuando llueve, suele hacer viento también, suelen ir de la mano.
Ahí es cuando sacamos el paraguas.
Entonces te ves, caminando por la calle (ilusa de tí...) con un plástico "cubriéndote" la cabeza del agua que cae. Pero como el agua va en diagonal, acabas empapada igualmente. Lo único que quizás, (y recalco el quizás) se salva es el pelo, que bueno, si lo llevas un poco largo, pues tampoco.
El paraguas sólo es útil o medio útil cuando cae una media de una gota por minuto por cada metro cuadrado. Ahí, aún.
(Es que ayer me calé entera, esto es fruto de la frustración)
jueves, 17 de septiembre de 2009
miércoles, 16 de septiembre de 2009
y llueve
Poco a poco esto va empezando, otra vez.
Otra vez subimos y bajamos escaleras, otra vez entran ganas de dormir después de comer sopa. Empieza de nuevo la rutina, la dulce rutina que parece una espiral. Aunque sólo fuera por la felicidad máxima de llegar a casa después de todo el día entre cuatro paredes verdes, casi diría que lo echaba de menos.
De momento es superficial, sólo nos arañan por fuera, suavemente, nos hacen un amago de lo que van a ser estos nueve meses que, muy probablemente, pronto se harán un infierno.
Creo que estampar fuertemente las baquetas contra un gran platillo es la mejor terapia.
Ah, y llueve.
Otra vez subimos y bajamos escaleras, otra vez entran ganas de dormir después de comer sopa. Empieza de nuevo la rutina, la dulce rutina que parece una espiral. Aunque sólo fuera por la felicidad máxima de llegar a casa después de todo el día entre cuatro paredes verdes, casi diría que lo echaba de menos.
De momento es superficial, sólo nos arañan por fuera, suavemente, nos hacen un amago de lo que van a ser estos nueve meses que, muy probablemente, pronto se harán un infierno.
Creo que estampar fuertemente las baquetas contra un gran platillo es la mejor terapia.
Ah, y llueve.
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