jueves, 17 de diciembre de 2009

Esto es lo que pasa cuando no someto mis ideas al filtro de la racionalidad

Corrigiendo las perfectas imperfecciones de mi habitación diminuta, fui poco a poco recorriendo las paredes en una rápida pero concisa mirada. Las ya típicas formas del gotelé definían el principio y el final, que poco a poco iba dándose lugar a sí mismo.
¡Qué pequeña resultaba ahora! Las fotos desordenadas que cuelgan de una sola chincheta y se tuercen por la corriente del viento ya dan un tono característico, a pesar de que, dependiendo de la estación del año, la colcha de la cama varía.
Recorrí con el dedo la superficie de la mesa. Ni una mota del polvo. No era cosa mía, yo ni siquiera soy un poco maniática. Pero quizás es que alguien se preocupaba por mí, o algún tipo de espíritu superior me mira desde arriba y, como tantas otras veces, ha pensado: “Voy a gastarle una broma”.
Maldita sería la hora en la que te dejé salir de mi vida. Quizás ese fue el preciso y único momento culpable de absolutamente todo lo que vino detrás, todo lo que arrastró y se fue comiendo poco a poco el resto de la existencia. Casi ese tono dejado, típicamente español, me parecería más dulce que recordar tu marcha. Y no es que te odie, ni por lo más mínimo pensé en eso, nadie pudo cambiarlo. Vuelva usted mañana.
Pero no se sabe, nunca se sabe nada.
“Si no hubiera pasado esto, ahora no habría pasado lo aquello otro”. No, maldita sea, ¡No! Todo, absolutamente, es fruto de una cadena de infortunios uno detrás de otro. Van dejando su huella, su rastro, son como una especie de cigarro que deja humo detrás, con la ligera diferencia de que ese humo a veces se queda marcado en el aire para siempre. Y desde ese humo negro, se deriva otra forma distinta. Al igual que las formas que hace un pincel lleno de pintura al diluirlo con el agua, también los dibujos que hace el humo en el aire me encantan. Y hay un tabaco en concreto que me encanta. No fumo ni pienso hacerlo, me refiero al aroma. Indiscutiblemente asqueroso, quizás es que me recuerda a ti.
Como las noches en las que desde mi habitación escuchaba con sigilo y pensamientos modificados vuestras risas en el comedor de la casa. Tú con un modelito a mi juicio de entonces quizás hortera, pero que hoy pagaría por tener. Luciendo los tatuajes de un pasado bucanero de un velero al abordaje, de un “no te quiero querer”. Ya típicas discusiones de la edad, ahora observo con celos. De mi misma, del momento, del jazz o Sabina que sonaban de fondo. Algún día sentiré esto mismo pero del momento actual, quizás. Mi corazón de viajes, que se mueve de un lado a otro sin necesidad alguna de salir del pupitre mismo de mi clase, no hace falta. En realidad, yo nunca estoy donde parezco estar. Nunca. Prefiero vagar por otros sitios, a poder ser no demasiado cercanos, maldita sea. “¿Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar?” Pero es que siempre las hay, no te pierdas, no hace falta.
Es que tengo ganas de sentir algo que sepa seguro que es cierto, que es sincero, que es de dentro. Y quizás apareces en el momento menos pensado, a lo mejor incuso es que hace tiempo que no te veo bien. Sigo aquí. Tú también, supongo. Presente en todo lo que me pasa, a mí y a otros. Me hubiera gustado conocerte mejor, con otros ojos, con otra visión y más experiencia que me permitiera diferenciar entre un mecanismo de defensa del inconsciente y una actitud fácilmente confesable. ¿Lo estoy haciendo bien? ¿Qué piensas, tú?
Pues que todo lo que pasa, pasa por alguna razón. Así que te haré caso, te escucharé…Espero obtener algún tipo de conclusión, una señal, algo. Simplemente este tren… ¿Por qué? Me he equivocado adrede. Parecía ir buscándolo. Y ahora tendré que asumir mis consecuencias o esperar a que todo se desarrolle, esperemos que a mejor. Ojalá algún día te vea, pintando el cielo, o en una casa blanca, en algún sitio escondido, subida en un dragón o esperando al metro. Pero espérame… Quiero ir contigo. A donde sea, no me importa. “Si nos equivocamos de tren, será porque así tenía que ser”
En fin.
Uno tras otro…
Sin tesis, ni analizante ni sintetizante.

2 comentarios:

  1. Pero que guapa estás en esta foto...Es de Coco?
    Me gusta mucho lo que escribes cuando no sometes tus ideas a la racionalidad....Qué frío tengo en esta casa, se me ha estropeado la calefacción y Perlita ha estornudado Achíss!!

    ResponderEliminar