Pero también, sí, lo reconozco, tengo una parte frívola que a veces creo que es necesario que salga. Y por frivolidad entiendo algo vacío, sin contenido intelectual o cultivador de la mente. Escapar de la realidad o de las complejidades de vez en cuando no viene nada mal, y para eso, ¿Qué mejor manera que irse por el centro con un frapuccino en la mano?
Me considero reivindicativa, me cago miles de veces en el sistema y en el capitalismo, pero oye, qué bien sienta visitar H&M de vez en cuando.
Y todos necesitamos ese toque justo y necesario de frivolidad, lo reconozcamos o no. Seguro que incluso Fidel Castro se va de vez en cuando de compras navideñas.
Ódienme por esto, me da exactamente igual. Si no quieren ustedes reconocer lo que yo admito abiertamente, no es mai problem.

Yo lo llamo contradicción, más que frivolidad. Y también estoy lleno de contradicciones entre idealidad pensada y realidad vivida, sobre este tipo de cosas. Y a veces creo que es suficiente darse cuenta y ya está. Pero a base de darme cuenta de lo que hago, y aunque sea por culpabilidad, algo va cambiando...
ResponderEliminarLa culpabilidad hace mucho mal en nuestro equilibrio psicológico, vaya que sí. No hay más que pensar en esa sensación contínua de "ahora podría estar haciendo..." "ahora debería...", y no disfrutamos de los fenómenos curiosos y llenos de encanto y simplicidad que pasan por delante nuestro contínuamente.
ResponderEliminarQué discurso tan moñas.
necesaria, sin dudas
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