sábado, 27 de marzo de 2010

Cocinitas con un tarro de judías

En esa casa no había niños, y por lo tanto, no había juguetes. Pero yo encontraba interesantísimo un tarro de judías de la cocina, y siempre que llegaba, lo pedía, salía al patio, y en el banco improvisado con una viga de madera me montaba una cocina. Llenaba el tarro de hierba, de hojas de los árboles mezcladas con tierra (y arroz los domingos)...
Y oye, sólo hay que verme, con el tarro a mi lado. Cocinera profesional.

1 comentario: